El circo

En el siglo XXI, el circo lucha por sobrevivir, por hacerse un hueco en la inagotable variedad de formas de ocio. La vida de estos nómadas y su conexión con el mundo convencional es cada día más fácil; sin embargo, el número de espectadores del circo es cada vez menor. ¿Se ha quedado obsoleto el circo tradicional?

Un viernes de marzo a las seis de la tarde, uno de los circos tradicionales que actualmente giran por España abre sus puertas en el Forum de Barcelona a un público escaso. Esta ciudad ha sido difícil para ellos. Uno de los platos fuertes de este espectáculo son los animales salvajes, entre ellos un rinoceronte de 2.500 kilos; pero en la ciudad condal está prohibido que este tipo de animales se exhiba fuera del zoo. Los más ancianos piensan que la ausencia de serrín en la pista ha traído mala suerte y por eso Barcelona se les ha dado mal.

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Una semana antes, Jon, un fotógrafo habitual de Punto y Coma, nos había propuesto hacer un reportaje fotográfico sobre el circo. Pretendía mostrar el momento previo a la salida de los artistas a la pista: los nervios, los últimos retoques de maquillaje, los artistas estirando… En definitiva, lo que el ojo del espectador no ve, lo que pasa detrás de esas enormes cortinas rojas por las que entran y salen magos, trapecistas y payasos.

Ante la falta de público de ese día y media hora antes de que la función fuese a comenzar, Rachid, el presentador y relaciones públicas del circo, no sabía con certeza si saldrían a la pista. Al entrar en su despacho, un folleto del Cirque du Soleil me hizo pronunciar el impertinente comentario: “¿Qué, la competencia?”. Rachid declara que no tienen nada que ver y que se dirigen a públicos distintos. El Cirque du Soleil les había invitado a ver su espectáculo.

TRADICIÓN

En el circo han cambiado muchas cosas, sobre todo, se ha ganado en comodidad y en la fluidez de las comunicaciones con el exterior. “Antiguamente era más difícil, no todo el mundo tenía teléfonos móviles, tenías que acudir a la carta y, a veces, cuando llegaba la carta, el circo ya se había ido. Pero vamos, desde que han sacado Internet y el teléfono móvil, estás en contactos con todo el mundo, desde con tu familia en Valencia, hasta con tu familia en Marruecos o con tu familia en Italia, que es mi caso. Y mis amigos de Valencia, pues los sigo manteniendo todos”. Rachid se muestra muy optimista. Sidney, un payaso del circo -aunque le gusta decir que es un cómico-, no lo tiene tan claro: “Un amigo de la ciudad sí, lo puedes tener, pero sabes que vas a verlo durante un mes o 15 días y luego ya te puedes olvidar hasta dentro de un año y medio o dos años. Tengo un montón de amigos fuera del circo y cada año intento quedar con ellos, pero claro, me gustaría verlos más a menudo de lo que los veo”. Sus padres trabajaban en un circo cuando él nació y les agradece infinitamente que saliesen de éste y se instalasen en Madrid, donde vivieron hasta que el muchacho terminó la escuela primaria. Hoy, los circos españoles cuentan con colegios públicos y aquí hay alrededor de 20 niños y dos profesores que acuden a la escuela cada día. Sí que es verdad que para estudiar es mucho mejor porque hay un mayor seguimiento sobre ese niño o esa niña. Y luego pues, por la ventana ven a sus padres: ven a su madre, que está pasando, ven a su padre, que está trabajando… En fin, que hay mucho más contacto. Comenta el presentador.

Otra de las cosas que ha cambiado es la manera de desplazarse. Antes de vivir y viajar en caravana, los artistas tenían que hospedarse en casas particulares y se desplazaban en tren. De hecho, los padres de Rachid se conocieron en uno de estos viajes. Su padre trabajaba en el circo y su madre iba de camino a Suiza a buscar trabajo. “Catorce horas dentro de un tren pues te dan para mucho y se dieron sus datos, sus direcciones… Cuando vino de vacaciones de Suiza, pues se enteró que el circo en el que había conocido a este chico, pues, estaba en “tal sitio y fue a verlo: hicieron migas y yo nací en el circo”.

Rachid nació en el circo y hace unos años se tomó un descanso. Aguantó siete años viviendo en Valencia y llevando una vida “convencional”. Lo echaba tanto de menos, que incluso cuando tenía vacaciones se iba al circo. El verse en el mismo lugar día tras día fue uno de los motivos que le hizo volver. Tiene claro que “el circo te da también la libertad de hacer lo que te gusta. El trapecista es trapecista porque quiere serlo, no porque a nadie se le ha obligado”. Aunque reconoce que entre los trabajadores del circo hay gente de otros países que viene a “buscarse la vida”, y que muchos apenas salen a divertirse porque mandan todo el dinero que ganan a sus países de origen.

En cuanto al funcionamiento interno, el circo se divide en dos grandes bloques. “Los artistas prácticamente cambian cada año, ¿de acuerdo? Luego hay otro tipo de personal que es el de… por ejemplo: el de la oficina, el de montaje… Esos no tienen por qué cambiar. Nosotros, antes de que acabe esta temporada ya sabemos quién va a venir la siguiente, se hace una reestructuración desde el programa, se hace un orden… Esto, normalmente, se hace después de Navidad. Se para unos 15 días, 20 días, un mes… Y en ese mes tenemos que preparar las nuevas coreografías, ensayar con los artistas, preparar la sala para posibles aparatos y tal…”.

Pero quizás, lo que más haya cambiado en los últimos años es el público, sobre todo, los más pequeños. Parece que el triple salto mortal de los trapecistas ha dejado de ser el número estrella en “el mayor espectáculo del mundo”. Para el presentador “hay mucha diferencia del niño del circo al niño de la calle. El niño del circo es niño durante mucho más tiempo que el niño que viene de la calle, ¿no? Porque… no sé, no sé, dejan de ser niños muy pronto, les dejas de sorprender muy pronto y tienes que ir a buscar ya cosas bastante agresivas.” Este circo tiene una actuación con motos que consiste en “una esfera metálica donde entran hasta tres motoristas circulando a mogollón de velocidad, en fin, desafiando un poco a la ley de la gravedad… y solamente con cosas así conectas con ellos. Hablo ya de los chavales de 12-13 años, ¿no? De ahí para abajo: las luces, el color, los efectos especiales de la iluminación y todo eso les encanta”.

EL MAYOR ESPECTÁCULO DEL MUNDO

La carpa tiene un aforo de 1200 localidades y una entrada aquí cuesta entre 17 y 35 €. Aunque esta vez hay tan poco público que hace pensar que esta representación será poco rentable, la función se celebra.

Impresiona observar de cerca los trajes de chaqueta, las plumas, pelucas, corsés de cuero, tacones altos, purpurina en los labios y en los párpados, los sombreros o las botas que entran y salen de detrás del telón; sobre todo, si uno está detrás de él y los artistas le pasan a menos de dos metros. Además, se ve como se ayudan entre ellos a preparar el atrezo, a colocarse la ropa o a ensayar los juegos malabares. Situarse detrás del telón es una oportunidad única para observar el compañerismo de este mundo.

El espectáculo que ve el público es un recorrido por distintos pasajes en los que los artistas muestran sus extraordinarias proezas. Los trapecistas llegan a dar el triple salto mortal, las bailarinas vestidas de cowboy se agitan haciendo girar varios aros alrededor de su cuerpo, los domadores muestran sus habilidades y las de sus animales domésticos haciéndoles girar alrededor de la pista. Cada número es independiente del anterior y la música que acompaña a cada uno de ellos es muy variopinta. El presentador dice que es difícil dar una unidad temática a todo porque “en el circo tradicional no puedes relacionarlo de principio a fin todo, es imposible porque hay números muy antiguos y hay números muy modernos y entonces no puedes…”.

No recuerdo la última vez que fui al circo y no pude comparar las sensaciones que me había producido cuando era una niña con lo que experimenté esa tarde. Tampoco pude valorar en qué medida había cambiado el circo y no fui capaz de apreciar algún rasgo que me indicase una evolución clara en sus formas. Puede que las únicas evidencias de actualidad fuesen el bakalao de algún número y la utilización de la música y el vestuario de Piratas del Caribe (Pirates of Caribbean) para introducir a los trapecistas.

LA MAGIA

Al día siguiente le conté a una amiga mi primera experiencia circense consciente y su respuesta fue entregarme un pequeño libro llamado La Magia, The Spark, que yo devoré durante el fin de semana.

A lo largo de 150 páginas, el periodista John U. Bacon inventa una historia algo naif que sirve de pretexto para introducir al lector en la filosofía del Cirque du Soleil, una compañía de circo canadiense que ha revolucionado el mundo del circo y ha logrado un éxito comercial nunca visto anteriormente. Nada de lo que leí entonces me hizo pensar en el circo que había visto dos días atrás.

Conocer la filosofía de este grupo circense creado a principios de los 80 no me cambió la vida, como al protagonista de La Magia, pero sí cambió mi manera de enfocar este reportaje. El libro habla del sentido que le dan a la expresión “trabajo de equipo”. El fin es que todos y cada uno de ellos sientan que lo que pasa en la pista se logra gracias al esfuerzo de todos, desde los contables hasta el personal de taquilla, pasando por montadores, creativos o entrenadores. Habla de lo imprescindible que es la confianza en los compañeros para poder asumir verdaderos riesgos. Consideran que sin riesgo es difícil ser creativo. En esta historia, los miembros del Cirque du Soleil presumen sin pudor de vivir de una manera creativa cada día, de ser tenaces y de trabajar duro. Son buscadores incansables que no permiten que la magia decaiga.

El Cirque du Soleil trata de unificar a todo su personal en el mejor sentido de la palabra. Los “castings” los hacen en Montreal (Canadá), donde se sitúan sus oficinas centrales, y los elegidos se preparan durante 12 o 16 semanas antes de comenzar a formar parte de un espectáculo. Todos ellos aprenden también a maquillarse, una habilidad imprescindible para los artistas de esta familia.

La mayoría de los integrantes son gimnastas profesionales o gente que viene del mundo del circo. En el Cirque du Soleil hay gente de un sinfín de nacionalidades entre las que predominan la rusa y la china, por su gran tradición circense, y la francesa, por su maravillosa escuela de “clowns”. Los artistas ni viajan, ni viven en caravanas, sino que en cada ciudad se alojan con su familia en hoteles o apartamentos. Eso sí, existe un tráiler acondicionado para los hijos de los integrantes de este particular circo. El sistema educativo es canadiense y, por tanto, bilingüe.

LA PUESTA EN ESCENA

El equipo considera que tiene que renovarse día tras día. En cada lugar invitan a los integrantes de otros espectáculos e intercambian tanto actuaciones como talleres con el fin de empaparse de nuevas ideas. Recordé entonces el folleto de encima de la mesa del despacho de Rachid.

El Cirque du Soleil actuaba esos días en Barcelona con su espectáculo Alegría. Finalmente, una semana después de haber estado en el “circo de fieras sin fieras”, y a la misma hora, acabé sentada junto a otras 2.500 personas en uno de los asientos de la gran carpa del circo canadiense. Hacen 10 funciones a la semana y, como es habitual, las entradas estaban agotadas desde hacía mucho tiempo.

Situado también en el Forum de Barcelona, el Cirque du Soleil comenzaba su espectáculo a las seis de la tarde. Antes de divisar el lugar exacto, ya era emocionante ver a tanta gente dirigirse en la misma dirección; los futuros espectadores de entre 5 y 80 años, aproximadamente, habían pagado entre 28 y 150 €. En esta situación, los espectadores suelen ir con muchísimas expectativas y hay que decir que no son pocos los que se esperan más de lo que luego ven.

La carpa del Cirque du Soleil se levantaba en primera línea de playa, junto al mar Mediterráneo y a tan solo 400 metros del lugar donde una semana antes había estado el circo español.

Palomitas, máscaras, sombreros, camisetas, perritos calientes, tazas, paraguas, Audi, Vodafone, ¡gane un viaje a Las Vegas para ver uno de los espectáculos fijos del Cirque du Soleil! En la carpa había de todo menos fieras.

Conocer a fondo la filosofía de este equipo consigue, como mínimo, que uno sienta un gran respeto por su trabajo. Pero cuando uno tiene la oportunidad de ver esa profesionalidad en vivo y de admirar su puesta en escena (porque lo realmente ingenioso es su puesta en escena), se da cuenta de que para lograr un espectáculo tan impresionante, hacen falta tanto buenas ideas como riesgo y trabajo. Son profesionales como la copa de un pino y su éxito masivo radica, entre otras cosas, en que sus números, sus personajes o su humor llegan a los niños, pero, sobre todo, conectan con los adultos que, a fin de cuentas, son los que pagan.

La música en directo es inspiradora del movimiento de los trapecistas, de las contorsionistas o de los gimnastas que, con el maquillaje, las máscaras y las pelucas, se presentan al público como si fuesen personajes salidos de un cuento de fantasía. Los elementos acrobáticos no son más arriesgados que en muchos de los espectáculos circenses que giran por el mundo, pero las luces, el vestuario, la unidad temática del espectáculo, la expresión del rostro de los artistas; en definitiva, la puesta en escena, hacen que el espectador entre en el juego y se quede atrapado durante un par de horas en una dimensión de la que le cuesta salir, incluso, una vez que termina la función.

 

Quelle: Revista Punto y Coma

 

 

 

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