Durante el largo recorrido del Camino de Santiago las noches claras son un verdadero privilegio para el peregrino. El cielo le muestra una curiosa y densa estela de estrellas que señala la dirección correcta a su destino.

La Vía Láctea es el recurso más antiguo que usaron los primeros peregrinos para llegar hasta Santiago de Compostela. Su nombre resalta de nuevo la inspiración astronómica: Compostela no es más que el “campo de las estrellas” (campus stellae).

Desde luego, no fueron las estrellas las impulsoras de esta singular ruta. A diferencia de otros caminos, no se trata de un itinerario motivado por el comercio o por una expansión territorial. El verdadero motor del Camino era, y sigue siendo, la fe.

Todo comenzó con el descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago en el Siglo IX. Galicia estaba por aquel entonces en el fin de la Tierra y la Edad Media fue testigo de cómo el final de la vieja Europa se transformó en el destino de incontables peregrinos. Aquel descubrimiento aportó la prueba necesaria para reavivar la fe cristiana.

El Camino resultó ser un instrumento político importante. Por aquel entonces los reinos cristianos vivían con agonía la invasión musulmana. Gracias al interés que suscitó el hallazgo, el norte de España logró sobrevivir al invasor. Los peregrinos más nobles ofrecieron protección y financiación para el Camino, mientras que los más humildes se encargaron de extender por todo el continente la gran noticia. El Camino pronto se convirtió en eje vertebrador de Europa y fue un perfecto vínculo de unión, ya que por él penetraban corrientes artísticas, mercancías y población.

La definitiva promoción del Camino se da en 1120 cuando el papa Calixto II decide conceder la indulgencia plena a los peregrinos que realicen el Camino durante los Años Santos Compostelanos. El Año Santo se produce cuando el día del patrón, el 25 de julio, es domingo. Este año 2010 se cumple de nuevo esta condición, y no será hasta 2021 cuando vuelva a suceder. Las expectativas de llegada de peregrinos nunca fueron tan grandes.

Hoy en día, el Camino sigue siendo una ruta de gran importancia. El Camino de Santiago sitúa a Galicia en el mapa del mundo, equiparándose a destinos religiosos como Roma o Jerusalén. Peregrinos de todas partes del mundo acuden en masa a visitar el Santo Sepulcro. Los motivos por los que se realizaba el viaje eran tan diversos como el origen de los caminantes. Había peregrinos de buena fe, pero también aquellos que tenían que cumplir una penitencia. El Camino estaba también animado por juglares y puesto en peligro por fugitivos y bandidos. Hoy en día, la motivación religiosa convive con la deportiva, cultural o simplemente social.

La mayoría de los caminantes se dirigen a Santiago por la vía francesa, pero lo cierto es que existen innumerables itinerarios para llegar a Santiago de Compostela.

Desde Gran Bretaña, pasando por el tempestuoso océano Atlántico, llegaban barcos cargados de peregrinos a los puertos de A Coruña y Ferrol. Desde estas localidades del norte de Galicia caminaban algo menos de cien kilómetros hasta llegar a Santiago, por el conocido Camino inglés.

Nuestros vecinos portugueses optaban por la ruta que partía de Coimbra bordeando la costa de Portugal durante más de trescientos kilómetros. Los peregrinos tenían que cruzar en pequeñas barcas el caudaloso río Miño, la frontera natural entre Galicia y Portugal.

Más desconocido es quizás el más antiguo de todos: el Camino primitivo, que recorría todo el norte de España durante más de 300 kilómetros al borde del mar Cantábrico. El de mayor longitud es el camino que provenía del sur de España: la Ruta de la Plata, que recibió este nombre por ser la ruta por la que los obispos andaluces y extremeños enviaban el metal precioso a la catedral compostelana. Desde ciudades como Córdoba o Sevilla puede trazarse una ruta de más de mil kilómetros.

Hoy en día, el Camino francés sigue siendo el más transitado de todos. Su itinerario parte de países de Europa del Este o Centroeuropa, siendo Saint Jean Pied de Port, en Francia, el punto de encuentro de todos ellos. Después de un largo recorrido por la planicie de Castilla, el caminante se adentra en Galicia por uno de los puntos más altos del Camino, la montaña de O Cebreiro. Resulta una verdadera prueba para la fortaleza del caminante, que ya comienza a sentir la cercanía de Santiago.

 

 

Quelle: Revista Punto y Coma.