La tauromaquia... Toros...

La tauromaquia (del idioma griego ταῦρος, taūros 'toro', se define como "el arte de lidiar toros"​ tanto a pie como a caballo, y se remonta a la Edad de Bronce. Su expresión más moderna y elaborada es la corrida de toros, una fiesta que nació en España en el siglo XII y que se practica también en Portugal, sur de Francia y en diversos países de Hispanoamérica como México, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Costa Rica. Es también espectáculo de exhibición en China, Filipinas y Estados Unidos. Las corridas de toros han despertado diversas polémicas desde sus comienzos entre partidarios y detractores que lo consideran una forma de maltrato animal.

En sentido amplio, la tauromaquia incluye todo el desarrollo previo al espectáculo como tal, desde la cría del toro a la confección de la vestimenta de los participantes, además del diseño y publicación de carteles y otras manifestaciones artísticas o de carácter publicitario, que varían de acuerdo a los países y regiones donde la tauromaquia es parte de la cultura nacional.

Historia

Antigüedad

Esta actividad tiene antecedentes que se remontan a la Edad de Bronce, y se ha desarrollado a lo largo de siglos como una forma de demostración de valentía, al estilo de algunas tribus que aún practican ritos de paso de la niñez a la edad adulta.

En la antigua Roma se presentaban espectáculos con uros (raza bovina extinta) que eran arrojados a la arena del circo para su captura y muerte por parte de algunos representantes de familias nobles, quienes mostraban así sus dotes de cazadores. También se arrojaban en manadas a los cristianos durante las ejecuciones públicas efectuadas en la época de la persecución; y además, se utilizaba estos animales durante los enfrentamientos de gladiadores como entretenimiento adicional.

Edad Media

Es en la Edad Media cuando comienza la práctica taurina del lanceo de toros a caballo, a la que se sabe eran aficionados Carlomagno, Alfonso X el Sabio y los califas almohades, entre otros. Aunque de acuerdo a la Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España (1777)​ escrita por Nicolás Fernández de Moratín atribuía a Rodrigo Díaz de Vivar ser el primero en lancear toros a caballo. Según crónica de la época, en 1128 "...en que casó Alfonso VII en Saldaña con Doña Berenguela la chica, hija del Conde de Barcelona, entre otras funciones, hubo también fiestas de toros."

En 1387, durante el reinado de Juan I, tuvo lugar la primera corrida de toros en Barcelona en la plaza del Rey, según se recoge de forma oficial en el Archivo General de la Corona de Aragón, que se encuentra en Barcelona.

Estos espectáculos se presentaban en plazas públicas y lugares abiertos como parte de celebraciones de victorias bélicas, patronímicos y fiestas, con el consecuente riesgo que esto suponía para los espectadores. En 1215 según las pautas marcadas en el IV concilio de Letran se prohibía la asistencia y participación del clero en estos eventos.

Edad Moderna

Durante el siglo XVI evoluciona la tauromaquia hacia los encierros de varas predecesora de las actuales corridas de rejones, en los que participaba la realeza; incluso Carlos I de Inglaterra y su lugarteniente Lord Buckingham participaron en este evento durante su estancia en España, repitiendo luego la experiencia en su país, invitando a los embajadores de los reinos de Francia y España.

En la plaza mayor de Madrid se celebraban dos tipos de corridas de toros: las usuales, en las que asistía el hombre de a pie, y las reales, reservadas a selectos personajes de la Corte. Las primeras se organizaban por el Concejo de la Villa, las segundas por los encargados del protocolo y fiestas de la Corte: Mayordomía Real, y por regla general eran más lujosas. Se solían celebrar las corridas populares sin fecha fija en torno a las fechas de San Juan (junio), en Santa Ana (agosto) y posteriormente las de San Isidro (mayo), las de San Pedro y San Pablo.​

Carlos I de España (nacido en la ciudad flamenca de Gante) lanceó un toro en la celebración del nacimiento de su hijo Felipe II en 1527. En tiempos del Emperador, de quien fue cortesano y ante cuya familia actuó en varias ocasiones, Pedro Ponce de León, hermano del I Duque de Arcos, fue el matador de toros más famoso de España y un renovador de la técnica de alancear esperando tranquilamente al toro en un caballo con los ojos vendados.​ Juan de Quirós, el mejor poeta sevillano de la época, le dedicó un poema en latín, del que solo conocemos los tres primeros versos copiados por su discípulo Benito Arias Montano.​

En 1677 el rey Carlos II celebraba su cumpleaños con una "fiesta de Toros" en la Plaza Mayor de Madrid donde habitualmente se realizaban festejos taurinos.

Durante esta época la nobleza comienza a utilizar a sus peones y escuderos para distraer al toro mientras cambiaban algún caballo cansado o herido, o para rescatarlos de una caída. Con la aparición de los picadores en sustitución de las lanzas, para dar a los nobles, a lomo de caballo, el privilegio de matar al toro, estos peones y auxiliares adquieren la responsabilidad de llevar al toro al picador, con lo que evoluciona la faena de capote y adquiere valor estético. En muchas ocasiones, si el de a caballo no podía matar al toro, se delegaba la responsabilidad en los de a pie.

Toreo moderno

La tauromaquia es la evolución de los trabajos ganaderos de conducción, encierro y sacrificio en los macelos o mataderos urbanos que comenzaron a construirse en España durante el siglo XVI. Estos profesionales de la conducción del ganado vacuno, entonces toro bravo, y los matarifes aportaron creatividad y virtuosismo a las tareas más arriesgadas, que inmediatamente fueron de interés para los más diversos espectadores. Las primeras noticias sobre estas suertes prodigiosas son del Matadero de Sevilla, en el cual además está documentada la presidencia encarnada por un representante de la autoridad municipal, situado en una torre mirador o palco proyectado por el arquitecto Asensio de Maeda y conocido por una importante cantidad de óleos que recogen la actividad taurina en ese momento. En el matadero sevillano también se proyectaron las primeras tribunas para espectadores en la segunda mitad del siglo XVI.​ A partir del siglo XVII comienzan a surgir nombres entre los toreros de a pie, por su estilo y valor, además de la simpatía que a estos se les tenía por ser parte del mismo pueblo y no de la nobleza, siendo solicitados por el público para presentarse como evento principal.

Paulatinamente, el gusto del público se inclina por los toreros de a pie, y, si bien con extrañas variaciones, a lo largo de los siglos y en concreto durante el siglo XVIII se van estableciendo todos los elementos de las corridas modernas. La tradición de arrastrar Tras la muerte del toro que hasta entonces se retiraba en carreta, data del 10 de agosto de 1623 en las que el corregidor Juan de Castro y Castilla decide por primera vez introducir esta modificación en la plaza Mayor de Madrid. Se utilizaban tres mulas en las corridas ordinarias y seis en las Reales.

Del siglo XVIII algunas de las primeras figuras conocidas del toreo, como Costillares, Pepe-Hillo y Pedro Romero.

Durante el siglo XVIII se construyeron las primeras plazas de toros en España, en 1707 consta que existía una plaza de toros cuadrada en el Arenal de Sevilla​, en 1764 se inaugura la plaza de toros de Zaragoza y en 1792 la Plaza de toros vieja de Tarazona.

Ya en el siglo XIX, toreros como Paquiro, Cúchares, Lagartijo y Frascuelo, fueron quienes dieron a la corrida la estructura definitiva que tiene hasta la actualidad.

Siglo XX

En la década de 1910 a 1920 se desarrolla la llamada Época Dorada de la tauromaquia, protagonizada por la rivalidad profesional entre Juan Belmonte y José Gómez (conocido como Gallito o Joselito), que inauguraron el camino hacia el toreo moderno.

Posteriormente a la Guerra Civil Española se produce un auge en el mundo taurino, especialmente gracias al surgimiento de la figura de Manolete, para muchos el más vertical de los toreros en la historia; a este auge siguen figuras como Luis Miguel Dominguín, el mexicano Carlos Arruza, Pepe Luis Vázquez, Antonio Bienvenida, Pepín Martín Vázquez, Silverio Pérez, Miguel Báez "El Litri", Julio Aparicio y Agustín Parra "Parrita". Si bien esta época se cierra con el fallecimiento de Manolete en la llamada Tragedia de Linares, surge entonces otra famosa rivalidad que apasiona al mundo taurino, la de Dominguín y Antonio Ordóñez.

Ya en los años 1950 se alza la figura de particular elegancia del venezolano César Girón, quien lidera en dos ocasiones (1954 y 1956), el escalafón taurino en España, hazaña que repetiría su hermano Curro en 1959 y 1961. Destacan en los años 1960, además del mencionado Curro Girón, toreros como Curro Romero, Paco Camino, El Viti, Diego Puerta, y Manolo Martínez, además de la sensación que causó el surgimiento del poco ortodoxo y revolucionario, pero muy triunfador, Manuel Benítez "el Cordobés". Los años 1970 y 1980 son los de mayor expansión comercial del mundo de los toros, llegando a haber corridas incluso en el Astrodome de Houston, con la participación de Manuel Benítez "el Cordobés". Las grandes figuras de esta época son: José Mari Manzanares, Pedro Gutiérrez Moya "El Niño de la Capea", Dámaso González, Morenito de Maracay, Francisco Rivera "Paquirri", El Yiyo, Nimeño II, Antoñete y Juan Antonio Ruiz "Espartaco", líder de la estadística en forma consecutiva desde 1985 hasta 1991.

Actualidad

De acuerdo a los datos facilitados por la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET) en España se vienen celebrando anualmente entre 13.965 y 16.218 "Festejos" taurinos entre el 2007 al 2014.​

Las nuevas figuras del toreo presentan gran diversidad en su estilo y proyección; personalidades tan particulares como Enrique Ponce y Joselito "de toreo clásico"; Julián López "el Juli", José Tomás, Manuel Jesús Cid "el Cid", Miguel Ángel Perera, Pepín Liria, Morante de la Puebla, José María Manzanares, Luis Bolívar, Antonio Puerta, y el francés Sebastián Castella, son algunos de los toreros más célebres del siglo XXI.

 

Fuente: Wikipedia

 

 

 

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